Mariscadores : Cigalas

La cigala es un crustáceo decápodo de la familia de los homáridos (Nephrops norvegicus), de aspecto similar al bogavante.

Tiene un cuerpo formado por la cabeza, las patas y el abdomen. En su conjunto el cuerpo de las cigalas es es alargado y robusto, aunque no tanto como el de otras especies. Es uno de los principales elementos diferenciadores con los bogavantes, además de la potencia de las pinzas. El abdomen de las cigalas está segmentado en varias partes y en su interior alberga la carne que dota al crustáceo de mucho valor desde un punto de vista culinario. Es de color rosado y su intensidad varía en función de la edad, hábitat o costumbres alimenticias, entre otras cosas. Tiene diez patas, de las cuales el primer par está más desarrollado. Se trata de dos grandes y potentes pinzas pobladas de espinas, que utiliza para defenderse, alimentarse y cavar. El resto de patas también presenta terminaciones en forma de pinza aunque mucho menos desarrolladas. Las utiliza para desplazarse por el fondo arenoso. La cigala dispone de antenas y de ojos móviles, lo que le facilita la labor de caza de alimento.

Están presentes al norte del Océano Atlántico, en las costas gallegas y en el Mar Mediterráneo. Dependiendo de su localización las cigalas se encuentran a mayor o menor profundidad, aunque esta distancia suele oscilar entre los 50 y los 200 metros, llegando a los 800 en algunos casos. Habitan fondos de abundante vegetación y especies marinas, que le sirven de alimento. Prefieren la arena fina, ya que a menudo excavan sus propias madrigueras alargadas a fin de protegerse de otros depredadores. Son animales de hábitos nocturnos, como otros crustáceos marinos. Por la noche las cigalas salen a cazar presas, entre las que se encuentran peces muertos, moluscos, otros crustáceos y estrellas de mar. A pesar de preferir la carne, se trata de seres omnívoros. Son muy solitarios; es muy poco frecuente que se relacionen con otros animales.

A la hora de reproducirse, los machos emiten un paquete seminal y las hembras, al igual que sucede en los bogavantes, lo conservan hasta que desovan. Los huevos fecundados, de color azul y situados en las patas de la cigala hembra, tardan nueve meses en eclosionar (normalmente en verano), momento a partir del cual los organismos resultantes pasan por diferentes fases larvarias. Durante este período permanecen en la superficie, nadando y cambiando de muda. Al cabo de dos o tres semanas su estructura corporal empieza a parecerse a la de un adulto, momento en el que bajan a las profundidades para depositarse en la arena. Sin embargo, la edad adulta propiamente dicha no la alcanzan hasta los dos años.

La pesca de cigalas se realiza durante todo el año mediante los métodos de rastrillo y nasa. Con el rastrillo se arrastra todo lo que este encuentra en el fondo marino, resultando una práctica peligrosa para la supervivencia de ciertas especies. El método de la nasa consiste en una trampa común, donde el crustáceo queda encerrado al sentirse atraído por un cebo del interior de un cubo de varillas.

La carne de la cigala está muy valorada en el mercado gastronómico del marisco. Las cigalas frescas se comercializan a altos precios, ya que éste crustáceo apenas aguanta vivo fuera del agua. También se venden cigalas congeladas, a un precio más económico. Finalmente se pueden encontrar cocidas, aunque con menor frecuencia.

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